Tarareo “la senda del tiempo” de Celtas Cortos mientras trato de hacer balance del último año, miro por la ventana y no veo el sol, el invierno ha llegado a Buenos Aires de repente, sin avisar, como vienen los inviernos en el fin del mundo.
Escribo en mi viejo cuaderno de tapa dura y bicicleta verde en la portada, balances, listas de pros y de contras, objetivos cumplidos y sueños pendientes, recuerdo mis 10 de Febrero y mis 27 de Noviembre y tengo que volver a llenar el vaso y encender un cigarro mientras Cifuentes arranca con el estribillo, hacía muchos años que no la escuchaba, reconforta saber que conozco cada una de las estrofas y también recuerdo los momentos en los que esta canción me ha acompañado, casi todos momentos malos.
Camino por las calles empedradas de Almagro como si fueran las de Praga, mi cabeza vuelve a Buenos Aires cuando un 103 está a punto de llevarme por delante. Bajo hasta el Rio de la Plata atravesando San Telmo, el tiempo se detiene mientras miro cacharros viejos y conventillos de chapa, suspiro y vuelvo para casa cada vez más convencido de lo difícil que será marcharme, dejo ilusiones, amigos y un gato azul de ojos color ámbar y bigotes afilados, dejo un tren que me atraviesa el pecho cada sábado a la tarde entre Martin de Gainza y Avellaneda, dejo una ciudad que me mata y otra que me da la vida.
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